A principios de abril de 2016 me sitúo con mi BTT sobre las hermosas
y resplandescientes tierras
donde se alza el municipio vallisoletano de Pozal de Gallinas.
Pero antes de entrar de lleno en su interior, recorremos los límites de la población encontrando un restaurado abrevadero de estilo mudéjar que abastecía de agua a los rebaños de ovejas.
El paseo hacia el este, en dirección hacia Calabazas,
nos introduce en un sugestivo pinar
entre bellos oteros,
que se realzan entre el cielo nuboso
que cubre las extensas parcelas cerealistas
y los singulares viñedos
bien cuidados por sus propietarios.
Hacia el norte subimos hasta el emplazamiento de la Ermita de la Virgen de la Estrella, patrona de la villa.
Es un edificio barroco del siglo XVIII, desde el que se dominan
pequeños cerros,
tierras de labor
y la preciosa y extensa llanura castellana
Bajamos a descubrir el perfil del pueblo
entre pequeñas esculturas
y amplias plazas,
llegando hasta el crucero
de la Iglesia Parroquial de San Miguel,
también del siglo XVIII, de ladrillo y de estilo barroco.
Junto a la iglesia se alza un alargado depósito de agua que sobresale
sobre las casas
y edificaciones del pueblo.
Abandonamos Pozal de Gallinas por el sur, cruzando la carretera que une Medina del Campo y Olmedo,
entre aromas de cepas
y deslucidos lavajos
finalizando nuestro paseo entre la antigüa vía férrea
y la moderna red de alta velocidad que surcan esta preciosa comarca castellana.
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