La localidad vallisoletana de Moraleja de las Panaderas se encuentra a medio camino entre Medina del Campo y Olmedo,
asentado entre perfectos paisajes castellanos como la Campiña Sur del Duero
y Tierra de Pinares.
Desde su pequeño Campo Santo
nos introducimos entre ruinas y restos de adobe
alcanzando una pequeña plazoleta adornada por un antigüo pilón y lavadero.
Seguimos los bellos arcos en los que un día fueron preciosas entradas a diferentes viviendas
y donde las ventanas miran a un paisaje con tintes de decadencia y desolación.
Junto a la Plaza Mayor, un crucero nos empieza a despertar
la maravillosa admiración de su Iglesia Parroquial en honor a San Boal.
Se mantiene en pie su torre de ladrillo
y se ha recuperado la cruz de piedra perteneciente a la ermita de Santa Ana.
Tras el derrumbamiento de su nave y techumbre, a comienzos del siglo XXI,
se decidió consolidar las ruinas
para conseguir que su aspecto, deplorable y peligroso, cambiara
a unas vistas mucho mas alegres y seguras.
Retozamos entre su bella arquería
y su intrépida estampa
en cuyo campanario subsiste una campana por voluntad de los moradores del pueblo.
Recorremos algunas calles
y sus viejas casonas.
Abandonamos este pequeño enclave vallisoletano
entre el polvo del camino,
terminando este bonito paseo envuelto entre nubes
y la espectacular alfombra primaveral que rodea
los charco y lavajos del municipio de Moraleja de las Panaderas.
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