jueves, 28 de abril de 2016

LA ALBERCA

Entre centenaria arquitectura religiosa y entre los ecos del fluir del agua
nos acercamos hasta el municipio salmantino de La Alberca, primer pueblo de España 
calificado como Conjunto Histórico Artístico en el año 1940.
Accedemos a través de un impresionante crucero
al interior de sus estrechas calles
descubriendo su espectacular arquitectura de entramados de madera, piedras y barros, aparte de observar numerosos dinteles y sus correspondientes fechas.
En el transcurso del paseo por sus empedradas callejuelas, vamos asistiendo 
a un prodigioso cambio de siglo
sin ninguna necesidad de "máquina del tiempo".
En cada rincón vamos encontrando numerosos detalles
mientras el sol tiene serias dificultades para entrar y penetrar por el precioso laberinto que forma su entramado urbanístico.
Sin orden lógico, caminamos calle arriba, calle abajo, a la derecha o hacia la izquierda
descubriendo hermosos recovecos y rincones inundados con un toque especial de luminosidad.
La virginidad y pureza de sus construcciones del siglo XVIII
se conservan impasibles a lo largo del tiempo
convirtiéndose en un sensacional museo al aire libre.
Su atractiva arquitectura popular
se llena y rebosa de infinidad de portadas
rodeadas de inagotables fachadas y espectaculares entramados
de piedras, maderas y barros
que crean y engendran una preciosa y espléndida "puesta en escena".
Alcanzamos la torre 
en los alrededores de la Plaza de la Iglesia
encontrando multitud de escudos, 
callejeando por los edificios
que miran
a uno de los pórticos de entrada a la iglesia, llamado del Solano Alto y donde podemos ver un pequeño crucero y un cerdo de granito en homenaje al Marrano de San Antón.
El 13 de junio, San Antonio de Padua, se suelta un cerdo, bendecido y con una campanilla, por las calles del pueblo, permaneciendo suelto hasta el 17 de enero, San Antón, día en el que es sorteado después de haber sido alimentado y cobijado por los vecinos.
La Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción es el edificio mas representativo de La Alberca.
Por su puerta principal de entrada, llamada de Solano Bajero,
accedemos a su hermoso interior y su Retablo Mayor,
aunque la pieza mas llamativa del templo corresponde al púlpito de piedra del siglo XVI, con preciosos relieves y adornos.
De nuevo en el exterior, salimos bajo los arcos,
para seguir el paseo por los aledaños de la plaza
e identificar calles, frente a la que surge
una pequeña capilla colonizada de musgo y ligado al culto de ánimas, con dos huecos y sendas calaveras que nos impresionan e intrigan.
Continuamos el tránsito por sus calles
y por sus bellas perspectivas
jalonados por enésimas portaladas y balcones
llegando hasta la efigie y busto de Mauricio Legendre, un importante hispanista francés.

El paseo se convierte en ameno e increible,
disfrutando de unas sosegadas y apetecibles vistas.
Puertas, dinteles, escudos
van desfilando al ritmo de nuestro pasos
alcanzando el rumor de sus fuentes
y numerosos vestigios de su pasado Inquisitorial.
Lo nuevo se mezcla 
con lo viejo
adquiriendo belleza y hermosura
entre profundos debates y polémicas.
La belleza propia del municipio
se refleja entre faroles, balcones y pequeñas corrientes de agua que circulan apretados 
 y estrujados entre sus viviendas y edificios.
Entre columnas alcanzamos la Plaza Mayor
donde podemos admirar un espectacular crucero
adosado a una fuente.
El crucero del XVIII, tiene grabados símbolos de la Pasión y en su cruz de doble cara tiene labrados un Cristo crucificado y una imagen de la Virgen.
Plaza rectangular porticada, con la Casa Ducal, que fue residencia del administrador de rentas del Ducado de Alba.
Enfrente el Ayuntamiento y antigüa cárcel pública,
y opuesto al crucero,
el edificio de tres plantas que albergó las escuelas.
Cruzamos detalles y especificaciones
sobre aguas puras y cristalinas,
descubriendo luces y sombras
que nos dejan navegando sobre el Arroyo de la Alberca
que cruza bajo el puente
y riega árboles y huertas en las afueras de la población.
El sol luce con toda su fuerza
obligándonos a volver sobre nuestros pasos para introducirnos
al abrigo de sus calles
y disfrutar de los bonitos artículos de venta
de sus innumerables establecimientos.
Terminamos este precioso paseo por el medievo
con la sensación de haber disfrutado de una emocionante aventura de aquellas lejanas épocas.

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