martes, 25 de agosto de 2015

CANTALAPIEDRA

 Tras aliviar nuestro calor bajo los aspersores, continuamos viaje entre hermosos campos de girasoles
 mezclados con campos cerealistas
 que recorren estos gigantes metálicos, dando vida a tantos y tantos cultivos.
 Cañaverales y junqueras
 crecen al lado de silos cerealistas
 y los colosales muros del Convento Monasterio de las Hermanas Clarisas,
 mientras alcanzamos sosegadamente el municipio salmantino de Cantalapiedra.
 Madera, teja y ladrillo
 nos conducen por los arrabales hasta la triangular plaza del Barrio Girón
 tan bellamente ornamentada.
 Rincones con fuentes
 tras cruzar la Calzada Real
 que atraviesa el cauce seco del Arroyo Matapajares
 introduciéndonos de lleno
 en el ambiente y devenir del pueblo.
 La belleza de Nuestra Señora Santa María del Castillo
 se manifiesta en la unión de templo y alcázar
 donde una pequeña portada da paso 
 a la portentosa perspectiva
 que forman sus preciosos ábsides.
 Desde los numerosos nidos de cigüeñas
 bajamos a pie de calle y logramos alcanzar 
 el edificio del Ayuntamiento.
 Recorremos las muchas y variadas calles
 del pueblo y llegar hasta 
 el Matadero Municipal.
 Paseamos ante enormes portadas de madera
 entre viviendas, generalmente de dos plantas,
 llegando hasta los restos del castillo, donde aun queda en pie la restaurada Torre del Deán.
 En las afueras nos escoltan dos cruces para entrar
 a la Ermita de Nuestra Señora de la Misericordia en la que se encuentra la patrona de la localidad.
 Varios cruceros
 se van desperdigando
 alrededor del bello edificio
 mientras recorremos 
 su entorno.
 El adobe asalta los caminos
 mientras abandonamos la villa entre los altos muros que guardan la oración y clausura de las monjas Hermanas Clarisas.
 La serenidad
 y la placidez
 del paisaje 
 nos aleja de la hermosa localidad de Cantalapiedra.

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