Tras aliviar nuestro calor bajo los aspersores, continuamos viaje entre hermosos campos de girasoles
mezclados con campos cerealistas
que recorren estos gigantes metálicos, dando vida a tantos y tantos cultivos.
Cañaverales y junqueras
crecen al lado de silos cerealistas
y los colosales muros del Convento Monasterio de las Hermanas Clarisas,
mientras alcanzamos sosegadamente el municipio salmantino de Cantalapiedra.
Madera, teja y ladrillo
nos conducen por los arrabales hasta la triangular plaza del Barrio Girón
tan bellamente ornamentada.
Rincones con fuentes
tras cruzar la Calzada Real
que atraviesa el cauce seco del Arroyo Matapajares
introduciéndonos de lleno
en el ambiente y devenir del pueblo.
La belleza de Nuestra Señora Santa María del Castillo
se manifiesta en la unión de templo y alcázar
donde una pequeña portada da paso
a la portentosa perspectiva
que forman sus preciosos ábsides.
Desde los numerosos nidos de cigüeñas
bajamos a pie de calle y logramos alcanzar
el edificio del Ayuntamiento.
Recorremos las muchas y variadas calles
del pueblo y llegar hasta
el Matadero Municipal.
Paseamos ante enormes portadas de madera
entre viviendas, generalmente de dos plantas,
llegando hasta los restos del castillo, donde aun queda en pie la restaurada Torre del Deán.
En las afueras nos escoltan dos cruces para entrar
a la Ermita de Nuestra Señora de la Misericordia en la que se encuentra la patrona de la localidad.
Varios cruceros
se van desperdigando
alrededor del bello edificio
mientras recorremos
su entorno.
El adobe asalta los caminos
mientras abandonamos la villa entre los altos muros que guardan la oración y clausura de las monjas Hermanas Clarisas.
La serenidad
y la placidez
del paisaje
nos aleja de la hermosa localidad de Cantalapiedra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario