miércoles, 29 de noviembre de 2017

VILLAFRECHÓS

Campos de cereales y girasoles
por donde pastan grandes rebaños de ovejas
 decorados por una vegetación que sobrevive a las altas temperaturas veraniegas.
El camino nos conduce
por una tierra llana e infinita,
una hermosa Tierra de Campos,
que entre sus suaves oteros,
nos deposita en la Ermita de Nuestra Señora del Cabo, patrona
del municipio vallisoletano de Villafrechós.
Paja, adobe y tejas,
antes de entrar por las calles del pueblo
que nos llevan por el ábside
y soportal
de la Iglesia Parroquial de San Cristóbal.
Disfrutamos de su entorno
y de su esbelta y maravillosa torre mudéjar,
rodeada de inscripciones
y escudos
en sus abundantes casas solariegas.
Viviendas,
calles
y plazas van conformando el trazado urbanístico del pueblo.
Nos acercamos hasta su fuente, pilón y lavadero
entre casas mas modernas
con fachadas sencillas y bien adornadas,
saltando entre nobles fachadas de piedra
y portentosos escudos nobiliarios que marcan los linajes de antigüas familias ricas y adineradas.
Atravesamos el Monasterio de Santa Clara
y sus robustos muros
para ir calmando nuestra sed en otra de las fuentes del municipio.
Comenzábamos entre adobe y tejas y finalizamos entre ellas,
subiéndonos a la báscula de pesaje
para despedirnos de Villafrechós con la mirada puesta en su torre
que cobija un sinfín de colores y destellos
y nos abandona y expulsa por esta formidable llanura castellana.
Villafrechós, julio de 2017.
ÁLBUM DE FOTOS: VILLAFRECHÓS 

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