jueves, 15 de octubre de 2015

SALOBREÑA

 En pleno centro de la Costa Tropical descubrimos Salobreña,
 la blanca y reluciente villa granadina que se abraza al gran peñón en un maravilloso laberinto de casas que se despliegan bajo su castillo.
 Subimos hasta lo mas alto en la zona de El Postigo donde se ubica una de las puertas del recinto amurallado de la villa
 y por donde podemos admirar una gran panorámica de Salobreña.
 El paseo recorre el abrupto roquedo
 desde donde emerge el castillo
 y las casas colgadas al inmenso abismo.
 Entramos en su precioso Castillo Árabe, una construcción levantada en época nazarí con el resultado del aporte musulmán y cristiano. El castillo de Salobreña lo podeís ver en: CASTILLO ÁRABE DE SALOBREÑA 
 Desde él apreciamos las mejores imágenes
 del conjunto urbanístico
 que se despliega 
 por las laderas del peñón,
 así como la fértil vega que se extiende
 por sus alrededores hacia el Mediterráneo.
 Tranquilamente vamos recorriendo sus calles
 que serpentean 
 entre fuentes
 y escalones, con multitud de geranios
 y bellas plantas exóticas
 que se mezclan entre antigüos sabores cristianos
 y árabes.
 Rincones asombrosos nos acechan 
 por una estructura auténtica medieval
 decorada con bellos colores
 que visten de manera acertada 
 su precioso centro histórico.
 La Iglesia de Nuestra Señora del Rosario emerge esbelta entre las casas
 y fue levantada en un solar que ocupó la mezquita de la medina medieval.
 Fue construida en el siglo XVI en estilo mudéjar
 destacando su portada lateral.
 Escaleras,
 blancas y relucientes callejas
 con recodos y rincones
 nos conducen hasta los encantadores versos de su precioso mirador.
 Entre ventanas y tejados alcanzamos
 La Bóveda, que conecta el Barrio de la Villa con el de Albaicín.
 Portones,
 terrazas y ventanucos nos guían 
 hasta el Ayuntamiento
 y su plaza con una preciosa fuente.
 La Plaza del Ayuntamiento es denominada desde el siglo XVI por haberse ubicado las Casas del Cabildo
 y desde ella parten las calles principales
 que llegaban hasta las puertas
 de la Villa Amurallada.
 Entre versos y rimas, finalizamos el tranquilo y gratificante paseo 
 por la Villa de Salobreña reflejada en los luminosos rayos del sol sobre las aguas del Mediterráneo.

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