Un camino nos conduce por la llanura castellana
disfrutando de espectaculares contrastes,
de los cultivos
y pequeños pinares que surgen a ambos lados
de la vía férrea
que une Madrid con Valladolid
en el momento que entramos al municipio vallisoletano de San Pablo de la Moraleja.
Frente a su Ayuntamiento
empezamos a recorrer su Plaza Mayor
y sus calles
disfrutando
de pequeños y atractivos rincones
salpicados de teja, ladrillo y adobe.
Su moderna iglesia fue construida en ladrillo en pleno siglo xx
destacando el grupo de campanas de su torre.
Su construcción se hizo a la sombra y decadencia
del antigüo Convento de las Carmelitas
en total estado de ruina
y deterioro.
Se trata de la Iglesia del Convento de San Pablo
perteneciente a la orden de las Carmelitas Descalzas
edificada en el siglo XVII,
pudiendo ver, en su fachada principal, los restos de una estatua muy degenerada por el paso del tiempo
y un pequeño escudo.
El paso del tiempo
fue destruyendo
la hermosa y bella construcción barroca
convirtiéndola en un amasijo de preciosos arcos,
yeserías
y bóvedas virtuales que imaginamos en esta estampa de declive y decaimiento.
Un universo de arcos
y restos de muros
conforman estas espectaculares ruinas
donde la piedra
y el ladrillo
van acomodando y dando forma
interesantes y hermosas imágenes
que quedan grabadas en nuestra mente.
Restos y señales del entramado
evidencian la actividad del lugar en épocas pasadas.
Abandonamos el edificio
tomando alguna fotografía mas
entre los futuros
y frescos aromas de un vino que comienza a germinar.
Nos alejamos de San Pablo de la Moraleja entre correhuelas,
margaritas y
entre los hermosos tonos de su agreste vegetación.
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