lunes, 18 de noviembre de 2013

EL ROCÍO

 En una de las entradas al Parque Nacional de Doñana y junto a una hermosa marisma
 descubrimos el delicioso rincón de la Aldea del Rocío,
 un lugar de belleza innata en el municipio onubense de Almonte.
 Hablar de El Rocío es hablar
 de un maravilloso pueblo blanco
 donde puedes darte un relajante paseo en coche de caballos
 por sus calles.
 El medio de transporte usado es a pie y sobre todo a caballo, ya que todas las calles del Rocío son de tierra y arena.
 Todas las casas son de una o dos plantas
 y algunas con pequeños toldos de lona,
 tejas 
 y sotechados de pajas y hojas.
 Los edificios de cada una de las Hermandades
 van desfilando
 por sus calles,
 todos ellos en perfecto estado de pintura 
 y mantenimiento.
 Plazas donde el azul del cielo resplandece
 y calles que parecen sacadas de una película americana del oeste.
 En este caluroso día buscamos la sombra de sus soportales
 mientras los rayos del sol inundan de blancura las fachadas de sus casas.
 Amplios espacios que combinan
 con la belleza de las portadas
 y donde el arte reluce.
 Las palmeras engalanan la representación de la Virgen del Rocío.
 Pequeños árboles
 que nos cobijan de un sol abrasador
 en la plaza dedicada a la Virgen.
 Continuamos el gratificante paseo 
 visitando infinidad de edificios
 de las diferentes Hermandades,
 para regresar
 al punto de partida

 donde los carros esperan al próximo pasajero o pasajeros
 para visitar los aledaños de la Ermita del Rocío
 entre los hermosos colores
 que muestra la marisma.

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